Un búho en la habitación

Permanecí un año sin entrar en esta Posada. Me encantaba el lugar, tanto que no quería hacer las cosas mal. Así que hace tiempo colgué el sombrero de bruja y me calcé unos vaqueros, para ser una niña normal. Luego cerré con llave detrás de mí, después de cerciorarme de que todos los huéspedes habían salido. 


Me daba miedo venir, abrir de nuevo la Posada, porque no quería volver a abandonarla.


Todo trascurrió con la naturalidad con la que transcurren las rutinas más llevaderas, y de vez en cuando echaba un vistazo a mis libros de brujería, pero sin hacer nada más.


Hace un par de noches, casi cuando hacía un año de que este lugar fuera cerrado, mientras dormía en mi cama alguien entró en la habitación. Primero sentí un suave aleteo, y luego, adivinando su sombra, me percaté de su figura plateada. El animal nocturno me observaba desde una esquina poco iluminada. Me desperecé y me senté en la cama, pero no encendí la luz. Durante unos segundos permanecimos mirándonos, y en sus ojos leí la petición que hoy hago pública. El ave nocturna quería que volviera a abrir la Posada. Durante todo este tiempo ¿quién les habría dado de comer?¿Cómo habrían sobrevivido estos animales mágicos a las noches heladas? 


Así que hoy, después de haber desempolvado las estanterías, lavado los colchones, lubricado las puertas, teñido mi sombrero y llenado los comederos, me veo con la fuerza de decir que vuelve a abrirse este lugar.


Espero que esta vez sea por mucho tiempo.


Bienvenidos seáis.